08 Jul Galas
Cuando suena el teléfono y escucho la petición de presentar un evento solidario, con tacto y con cariño, siento que mi trabajo sirve de mucho.
Este año la primera propuesta vino de la mano de mi compañero Paco García y Adivar, la Asociación de Personas con Discapacidad del Valle de Ricote.
Comenzó su andadura hace 7 años y contaron con nosotros en su sexta gala en el ‘Teatro Villa de Archena’.
Allí trabajan 19 profesionales y hay 110 usuarios cuya petición era clara: destinar los beneficios del centro para ampliar las terapias y ampliar sus instalaciones (170 m2).
Todos los artistas que animaron la noche lo hicieron de manera altruista y gracias también a las 500 butacas solidarias que veíamos desde el escenario el objetivo pudo lograrse.
Mención especial a José Cano, presidente de Adivar. Un hombre infatigable en cuyo discurso no había ni un ápice de derrotismo.

Poco después el Conservatorio de Música de Murcia celebraba sexta Gala Solidaria y segundo Concierto Solidario respectivamente a favor de CEOM, la Asociación para Integración de Personas con Discapacidad Intelectual.
Cuando sus responsables, Pepi y Luis, me contaron el proyecto no pude decir que no, sobre todo porque el primer acto lo presentaría con Sergio, un joven usuario de la asociación que se superó a sí mismo y con quien formé un tándem perfecto.
Las dos citas tuvieron lugar en el Auditorio Víctor Villegas de Murcia y los casi 700 alumnos del Conservatorio nos deleitaron casi tres horas con una banda sinfónica, una juvenil, el ensemble de jazz o la orquesta de cuerda y coro.
2.000 personas solidarias se unieron a este evento musical, aunque como siempre me gusta reconocer, no solo estuvieron allí para disfrutar del directo, sino para ayudar, y eso es lo más importante…

Con Amiga, la Asociación Murciana para la Ayuda a Mujeres con Cáncer de Mama, pasamos una noche de auténtica fiesta. Ellas celebraban la decimosegunda edición y quisieron que me uniese a la música, a los sorteos y a sus ganas de vivir.
Catiana, María José, Belén…todas supervivientes, todas valientes. Celebraban estar allí, sencillamente eso.
Las acompañaron familiares y amigos y todo aquel que quiso contribuir a la investigación sobre la enfermedad. Y yo, que estaba rodeada de buenas energías, he llegado a una conclusión: me siento en paz en los ambientes solidarios.

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